domingo, 17 de octubre de 2010

POEMA A DIGNA OCHOA

Eclesiastés 8:14
Ecl. 8:14.  Hay vanidad que se hace sobre la tierra: “Que hay justos a quienes [les] sucede como si hicieran obras de impíos y hay impíos a quienes [les] acontece como si hicieran obras de justos. La Biblia Católica, Versión Latinoamericana.

Hoy que siento muy cercana a mí la muerte
y evocando lo que sientes tú por mí;
al saber que he de llorar por no tenerte,
esta carta, madrecita, te escribí

Si mi vida la cegara un mal gobierno,
si impidieran terminar toda mi obra,
dile a todos que la muerte se le cobra
al que sueño con un México moderno.

Cuando limpies esa tumba de basalto
y el recuerdo te produzca un sobresalto,
una vez que mi sepulcro sea un jardín,
ten presente que morí de forma honesta,
con la frente y mi conciencia siempre en alto,
¡abrazando mis ideales hasta el fin!.

Si me matan, de una forma sanguinaria,
si este crimen, te lacera y causa luto,
sólo piensa que mi muerte es necesaria
que no es vano, el sacrificio, en absoluto.

Dile a todos que no obtuve algún provecho,
ni ganancias deshonestas del delito,
que les dejó la defensa del Derecho,
¡de la infamia debe hablarse a voz en grito!.

Di a quien odia la injusticia en la nación,
al que lucha por la ley con grande celo,
que buscando terminar la corrupción,
he regado con mi sangre nuestro suelo.

Di al que, en esto, tanta paz ha de encontrar,
al cacique, que arbitrario siempre vive,
que aunque muero, mi alto ideal me sobrevive,
¡que no puede la verdad asesinar!.

Dile a todos que luché por la justicia,
por un pueblo y un gobierno más humanos,
que soñé con un país más soberano
¡libre en todo de egoísmos y codicia!.

Que no callen ante alguna tiranía,
que no inclinen su cabeza ante el tirano,
que combatan la injusticia, pues un día,
será un pueblo más honesto el mexicano.

Dile a aquellos que silencian toda voz,
al que atar toda conciencia vano intenta,
que la ley con el dinero se violenta,
pero no así el tribunal justo de Dios.

Di que existe un mal que el pueblo desestima,
un gran mal que así yo juzgo y dictamino:
A los justos se les ve como asesinos,
y al tirano, se le tiene en alta estima.

Si mi muerte, madrecita, cruel te humilla,
si tus lágrimas hoy cubren tus mejillas,
¡si sintieras tantas ganas de llorar!,
sólo piensa que mañana miraremos
La Justicia, ¡Oh grandiosa maravilla,
refulgiendo como un sol crepuscular!.

AUTOR: ALBERTO ANGEL PEDRO (ALÁN EVANGELISTA)

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