El soldado tomó el sable entre sus manos,
abrazó con gran tristeza a sus hermanos,
y a su novia, prometió miles de cosas,
que amorosos, harían juntos al volver.
Dijo adiós a su jardín lleno de rosas,
…a la casa que lo vio alegre crecer.
Dijo adiós al pueblo de anchas avenidas,
mientras lágrimas rodaban de sus ojos,
dejó atrás tantas historias de su vida,
que evocarlas, herían su alma como abrojos
Al partir de su terruño provinciano,
lo despide melancólico su padre,
puede ver la pesadumbre de su madre
que acaricia con amor su blanca mano.
El ambiente se engalana con orquestas,
que al soldado, en cada nota, dan honores;
se oyen salvas estridentes de cañones,
todo el pueblo se une al coro de esa fiesta.
Partió, pues, a la batalla, aquel soldado,
a obtener para su patria la victoria;
prometiendo conquistar honor y gloria,
que es el sueño que en su mente ha acariciado.
Llegó, pues, aquel guerrero a su destino,
donde pudo ver la cruda realidad;
donde el odio y el horror unen caminos,
donde reina cruel la muerte sin piedad.
Es aquí, donde los hombres más honestos,
de ser simples y sencillos ciudadanos,
se asemejan a demonios infrahumanos
que cometen aberrantes homicidios;
Impulsados por ideales tan siniestros
ejecutan espantosos genocidios.
El carácter del soldado se transforma,
su demencia fraticida lo envilece;
cada día que va pasando su odio crece,
el sadismo se convierte en ley y norma.
Hoy tortura a dos muchachos y a su padre,
Hoy tortura a dos muchachos y a su padre,
esto lo hace con nefasto regocijo;
¡asesina a un niño idéntico a su hijo,
a una dama que bien puedo ser su madre!
Hoy ha visto, en la mirada de unos niños,
el repudio, con un odio gigantesco,
sus miradas le gritaron: ¡te aborrezco!
¡era un odio que opacaba su cariño!.
Se le ha dicho a aquel soldado, ¡tantas veces!,
que defiende los más nobles intereses,
¡falsedades disfrazadas de idealismo,
que le cierran la razón, nublan su vista!.
No comprende que el poder capitalista
lo conduce ha combatir al comunismo.
Es el ansia del poder imperialista,
lo que impulsa a su gobierno con denuedo,
la riqueza es el motivo verdadero
de esa guerra despreciable de conquista
No comprende la mentira en que está liado,
que tan sólo es una pieza de ajedrez,
que es un ser por su gobierno controlado,
que sus actos pagará él alguna vez.
Poco a poco, la violencia en la batalla,
va rompiendo el gran poder de su templanza;
es constante la crueldad en la que estalla,
cuando mata a su enemigo por venganza.
Muchas cosas le acontecen al soldado,
mientras lucha en la batalla con fiereza;
de repente, un proyectil da en su cabeza
y en el suelo rueda el hombre, ensangrentado.
¡Oh que injusta es su fatal y aciaga suerte!,
que penosa es su nostálgica agonía;
los proyectos que forjara hace ya días
los cancela por completo al fin la muerte.
A la postre, regresó, como quería,
a la tierra que lo vio alegre crecer,
convertido en mil cenizas solamente,
recibiendo mil honores de la gente
que lo vio a la sepultura descender.
¡Fue un gran héroe!, repetía en coro el gentío,
mientras iban al panteón yermo y sombrío.
Todo el pueblo, conmovido, lo lloró,
concediéndole un valor, casi divino,
ignorando que aquel hombre fue asesino
que la sangre de inocentes derramó.
Así fue como halló fin aquel soldado,
que dio, incluso, su conciencia a un mal gobierno;
que creyó ser de su patria un héroe eterno,
“que no fue mas que un robot manipulado”.
¡Cuántas veces, en la vida de los hombres,
ha de verse, vez tras vez, la misma historia!:
asesinos recibiendo toda gloria
¡con estelas que eternizan su renombre!.
AUTOR: ALBERTO ANGEL PEDRO (ALÁN EVANGELISTA)
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